Santa Cruz de la Serós
Para llegar a Santa Cruz de la Serós, un pequeño pueblo que el peregrino debe visitar, junto con San Juan de la Peña para completar la ruta de Aragón, hay que tomar un camino vecinal que dista de Jaca unos 9 kms. Tras recorrer unos cuatro, el paisaje se abre a un valle pirenaico, dominado por un magnífico anfiteatro de crestas rocosas y en una de ellas, se esconde San Juan de la Peña. En medio del valle, se erige la escalonada mole de Santa María de la Serós, y más cercana al visitante, la pequeñísima iglesia de San Caprasio.
                                    Santa Cruz de la Serós
Santa María, se presenta como una construcción extraña, perfectamente ajustada con el paisaje que la rodea, ya que se trata de un Monasterio construido en vertical, como queriendo competir con la zona rocosa cercana. No hace muchos años, se ha descubierto que encima de la bóveda de la iglesia, existe una sala oculta a la que sólo pudo llegarse mediante una escala tendida desde lo alto. Hoy se llega desde el coro, y esta sala, comunica con distintos habitáculos adyacentes.
Estos volúmenes progresivos y acumulados verticalmente, rematados por la poderosa torre, dan al conjunto un aire poco frecuente, no exento de proporción.
                                   
Desde el exterior, es imposible adivinar que por encima de la iglesia, habitaba una pequeña comunidad de monjas, lo que posiblemente las salvó en más de una ocasión. Santa María, es la apoteosis de los canecillos, como lo será la de Fromista mediado el Camino. Su variedad es extraordinaria: Máscaras de tierra, genuinos rollos, salamandras, monos, perros, piñas a punto de desprenderse…. Parece cómo si la idea maestra de esta construcción hubiera sido simbolizar de distintos modos los cuatro elementos fundamentales:
Máscara à Tierra
Agua à Peces
Aire
Fuego à Salamandra
Azufre alquímico à Manzanas
La entrada está presidida por un Crismón, acompañado a los lados de dos leones, reflejo claro del de Jaca. Hay algunas variaciones con respecto al modelo, ya que faltan los animales y el hombre bajo los leones, aunque aparece la rosácea eucarística con claridad, pero sobre todo, es evidente la tosquedad de su talla. Ante él, el peregrino, acostumbrado que está a admitir la difícil perfección del románico, no valorándola como se merece. El Crismón de La Serós, en su involuntaria imperfección, nos servirá para aquilatar en lo sucesivo, las tallas que aún nos esperan.
                                                               Santa Cruz de la Serós. Crismón.
Tanto los capiteles de entrada como los cuatro para sostener el coro de madera, pertenecen a los distintos talleres de constructores que trabajaron en Jaca. Aquí estuvo el sepulcro de Doña Sancha hasta que lo llevaron a la ciudad.
Las hermanas (Serós es corrupción de Sorores) de Sancho Ramírez, eligieron Santa Cruz para su reposo eterno. Es un sitio idóneo y en pocos lugares, existe una adecuación mayor entre las obras levantadas por el hombre y la naturaleza que las circunda. El contacto con la tierra y el aire, es aquí profundo y prolongado, y un gran lugar para esperar la resurrección de los muertos.

(Continuará)
Copyright. Todos los derechos reservados. Orden del Temple.