Los capiteles de Jaca, resumen la historia de la escultura románica. Desde el capitel enorme de la nave central, en cuyas hojas cortas aparece la influencia muzárabe, hasta grupos historiados o vegetales de curvas armoniosas llenas de movimiento, tenemos los primeros alargamientos de hojas, la aparición de los frutos o bolas, paralelamente a las piñas, símbolo preciso de inmortalidad. En la nave Norte, tenemos una talla que no se repetirá en todo el Camino, la transición del vegetal al historiador. Arriba vegetal, a media altura aparecen las bolas y abajo las cabezas humanas.
Ahora bien, casi todos, incluso el grande inicial, ostentan la Y, la constante elección de un destino siempre misterioso y oscuro. La ascensión del alma en su mandarla, no supone el clásico desnudo sexuado, sino una cara dentro de un círculo, alusión un poco prematura a la perfección, especialmente en sentido Iniciático, en el que el espíritu sigue ascendiendo eternamente.
Al Sur, aparece el planteamiento del problema Iniciático, en la figura de un joven con alas cortas y manos, que indica que el hombre considerado en su totalidad, que muestra deseo y posibilidad intrínseca ascensional, se ve atado por los tallos que salen de la boca de un león, que son la tierra y el mundo. Son las brozas mundanas, las contingencias que deben ser apartadas para tener la vía libre al Conocimiento. El león, veremos como empieza a apartar alegremente esas trabas. Nótese aquí, que la cabeza del  leoncito está junto a la del joven, es decir, que el origen de las ataduras del mundo es mental y que una vez liberado el espíritu, quedará libre el cuerpo.
En otro capitel, apuntan las primeras luchas con el león grande que se cabalga manteniéndole abierta la boca, son los primeros actos del dominio de las pasiones. Los pájaros, símbolos del alma, no tienen un aspecto muy definido y también arrojan tallos por la boca: El alma, con representaciones mundanas, constituye un posible peligro para el espíritu. Hay una constante presencia de serpientes, el alma de la tierra, sus efluvios que facilitan una integración al cosmos. Una primera fase, puede ser como aquí, estar en contacto permanente con esta esencia cósmica activa, cogiéndola de la mano, etc. Mas adelante, se adquiere la aptitud necesaria para escuchar su mensaje (serpiente que dice algo al oído).     
                              
Al peregrino, le queda por ver los ábsides y admirar sus metotas y canecillos. Sólo la absidiola Sur está casi intacta. Ante nosotros, tenemos lo que podemos considerar una auténtica escuela de jaca, a menudo imitada, pero nunca superada. Canecillos en los que se desarrolla toda la temática románica: Rostros casi abstractos, cabezas de gatos, perros, ciervos, monos, etc. Metotas de realismos únicos, en el que junto a un variadísimo bestiario, aparecen hombres danzando con la clámide y la cabellera al viento, en actitud de esfuerzo, una gran serpiente entre las piernas. Una de ellas, representa un lobo durmiendo. El momento de la muerte Iniciática está todavía lejos y el lobo andrófago duerme.
Otra metopa  representa un león de bella estampa y encima el círculo de perfección y dentro de éste, la rosa de ocho pétalos, símbolo de muerte y resurrección. Ya los elementos se van precisando, pero hay tiempo hasta Bromista. Un capitel pequeño del absidiolo Sur, leva una lechuza, símbolo de la meditación solitaria. En el ábside exterior central, tenemos un verdadero tratado de Iniciación en un canecillo. El lobo céltico andrófago, devora al elegido. Encima de la cabeza del monstruo aparece una cabeza infantil: El espíritu regenerado del Iniciado.
Abandonamos por fin la Catedral, adecuación perfecta de una nueva arquitectura, con nuevas ideas y modo de vida, que ha aportado al arte románico el Crismón, el ajedrezado de cordones y cornisas, los capiteles gemelos bajo un mismo cimacio, la cúpula octogonal, la torre campanario, la ornamentación escultórica organizada y los rollos en los canecillos. Muchas de estas innovaciones, al extenderse a lo largo del Camino, constituirán el estilo de la Peregrinación.
                                          Ábside
                                                                                     Claustro
                                                                                       Entrada
 Torre
 Cristo de la Catedral de Jaca
(Continuará)
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