La obra predilecta de Dios en la Creación, no es la creación de esos mundos inmensos, que abruman la inteligencia cuando tiende su mirada a la grandeza del Universo, tan poblado de astros, Su grandeza, Su número, Su armonía y velocidades, tanto más maravillan a la inteligencia del hombre, cuanto más va conociendo y descubriendo nuevos secretos y grandezas. ¿Quién pude comprender los caminos que para cada uno ha trazado y las propiedades que en ellos ha puesto?.
Pero no llamo a todo ese mundo físico, inmenso y maravilloso de los cielos la obra de Dios en la creación externa, porque sé, Señor, que Tu obra eterna es la de dentro, la infinita, el infinito y eterno comprender. Tu obra externa por excelencia, no es la material, por inmensa y maravillosa que sea, porque los astros, en su correr por el espacio, creo que no pueden conscientemente cantarte ni admirar tus maravillas. Te canta la inteligencia que comprende todas esas magnificencias y queda sobrecogida de admiración y te alaba.
Comprendo, Dios mío, que tu obra por excelencia en la Creación es el espíritu, porque la obra material, por inmensa que sea, no tiene comparación con la espiritual. Dios ha creado el mundo material para admiración de los espíritus, de los ángeles y bienaventurados. Los hombres en la Tierra, no sabemos ni deletrear la primera letra de esa inmensidad de los mundos. Lo conoceremos y admiraremos en el cielo y no nos cansaremos de dar alabanzas a Dios por esa creación y sus insondables maravillas.
Y vemos que esta creación, no tiene ni la más lejana comparación con la creación de los espíritus. Una sola alma, mi sola alma, tan pobre como es, vale más que todo el Universo. ¿Qué será un Serafín?. Un solo pensamiento del hombre, vale más que todo el mundo, decía San Juan de la Cruz. ¿Qué serán tantos pensamientos de almas santas y geniales?.
La obra de Dios por excelencia, es la creación del espíritu y es también la que más de cerca se asemeja a Él. La obra de Dios, después del misterio de la Encarnación, no es la gobernación y conservación de los mundos siderales, es la transformación de las almas en Su amor, es la santificación de las almas y la glorificación de los ángeles. Dios, realiza continuamente en las potencias y esencia de las almas, para hacerlas crecer en la vida sobrenatural, para perfeccionarlas hasta transformarlas en amor suyo y unirlas a Él. ¿Qué brotará de nuestras almas cuando le conozcamos?. ¿Qué mundo de maravillas nos mostrará Dios entonces.
La obra de Dios, junto con la creación de los espíritus, es la glorificación y santificación de esos mismos espíritus. Ya que has creado mi alma, Señor, sin yo saber nada, ahora te pido, con toda humildad, tengas la bondad de santificármela y hacerme participante de Ti mismo, para lo cual me creaste.
La obra de santidad, la más admirable de Dios, es la obra del más delicado amor para con sus criaturas espirituales. Vuelvo a suplicarte, Señor, que no dejes de realizarla conmigo, a pesar de mis errores. Santifica mi alma, Señor, para que yo te alabe y sea feliz con tu misma felicidad. Realízala Señor, en mi alma y en todas las que has creado. Fuiste generoso conmigo cuando yo no te lo pedí, dándome el ser. Espero, ahora que te lo pido, que me des Tu gracia y Tu amor, y que completes tu obra santificándome, y que como buen templario, santifique, para tu gloria, todo lo que toque.
Non Nobis
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