El término
«ángel» deriva de una traducción griega del original hebreo «mal’akh», que
significaba antiguamente «la cara oculta de Dios». En griego, el término
«ággelos» se traduce por «mensajero» o «enviado». El latín «angelus» quiere
decir algo parecido a «vehículo de información».

De la misma
forma que un directivo necesita una secretaria, un «chef» de cocina un pinche,
o un presidente unos ministros, el Ser
Supremo, Energía Primigenia (Aïn Soph), Padre, o como cada uno prefiera llamarle,
también precisó de una ayuda cuando decidió crear el mundo. Y esta tarea fue
encomendada a las legiones angélicas. En términos coloquiales, se les puede
considerar como unos «operarios» Divinos, encargados de transmitir a la Tierra los designios del Cielo, porque la Divinidad no puede llegar a establecer contacto con sus
infinitas creaciones si no es a través de los ángeles. Por lo que acabamos de
exponer, situar y concretar el momento de la aparición del primer ángel resulta
tan difícil como precisar qué fue lo que ocurrió en el momento de la Creación. Pero, podemos ofrecer al menos un marco de
referencia. Según  algunos autores, el esquema evolutivo en el que estamos inmersos
se ha de desarrollar a lo largo de un «Gran Período de Manifestación», el cual
consta de siete Días. Cada Día estaría dividido en siete partes o revoluciones.

Actualmente,
según coinciden muchos esoteristas, nos encontraríamos en el cuarto Día -al
inicio del cual apareció la materia tal y como la conocemos- y en la cuarta
Revolución. Aunque, en realidad el acceso a esta cuarta etapa no es uniforme ni
se ha completado. Este era el plan previsto, pero hace 25.000 años la
generación de los Atlantes no dio el salto evolutivo previsto, la humanidad no
alcanzó entonces el nivel necesario para pasar a la cuarta revolución. Actualmente se opina, que la mayor parte de los seres humanos actuales pertenecerían al esquema
4.3 (cuarto Día, tercera Revolución). El acceso a la dimensión 4.4 depende del
nivel de conciencia del ser humano. Pertenecen a ella todos los hombres que han
alcanzado un desarrollo intelectual armónico, es decir un equilibrio entre las
funciones de sus dos hemisferios cerebrales.


Se asocia el
hemisferio izquierdo con lo masculino, con la organización, la búsqueda
intelectual, la ciencia, la razón, la lógica, es la parte analítica del
cerebro, la que organiza la información y la verbaliza pero es incapaz de
generar nuevas ideas. En cambio, al hemisferio derecho se le relaciona con lo
femenino, con la intuición, la clarividencia, la precognición, la receptividad,
la sensibilidad, la creatividad, la mística, es el cerebro holístico, el del
artificio y la novedad. Los dos hemisferios se comportan a menudo como Caín y
Abel, el primero no se fía del segundo. Cuando seamos capaces de superar este
enfrentamiento ancestral, alcanzaremos un nivel superior. 

(continuará)

Orden de Sión+++