V. Habéis oído decir: No adulterarás, pero todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en el corazón.

Con esto Jesús remacha la importancia del pensamiento. Los humanos creemos que en tanto los actas vayan conforme a la Ley, ya se ha hecho todo lo razonable y que lo que se piensa sólo afecta al individuo, pero lo que pensamos, más tarde o más temprano pasará a la acción. Por eso, hemos de darnos cuenta que nuestros pensamientos son realmente actos, y nuestra conducta depende en exclusiva de la selección que hagamos de nuestros pensamientos, porque un mal pensamiento es tan destructivo como un mal acto. Si alimentamos pensamientos de odio, somos tan perversos como los que llegan a matar, aunque no hayamos levantado la mano.


(continuará)
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