Autora: Hna.M.V.+
Siempre había pensado que no guardaba resentimientos con nadie y tampoco se me ocurría pensar que odiara a alguien, ni mucho menos que era vengativa. Es más, me jactaba de ello, diciéndome a mi misma y a otros que no tenía nada ni a nadie a quien perdonar, pues si hubo algo, esto es cosa del pasado y ya todo estaba perdonado y olvidado.
Y, por el contrario, se me hacía muy pero muy difícil tener que pedir perdón a alguien. Es más, me era casi imposible, pues mi orgullo me dominaba y casi nunca antes pude hacerlo. Simplemente, con tratar bien a la persona o personas a las que había ofendido me conformaba hasta que el tiempo pasara y el tema quedara olvidado.
Es el caso que hace unos pocos años, alguien me habló de este tema y lo importante que es perdonar a todos por todo, no importa lo que sea. Obviamente, yo estaba de acuerdo. Pero, de pronto me pidió que hiciéramos la prueba y en silencio trajera a mi mente a mi madre y la perdonara por todo lo que me había hecho, a lo cual yo reaccioné con asombro y dije: ¿A mi Madre?, pues ella no me ha hecho nada y por lo tanto no tengo nada que perdonarle y por el contrario tal vez yo si tenga que pedirle perdón. En ese momento me hizo ver que tal vez no me acuerde y hasta lo haya olvidado, pero a lo largo de mi vida me debe haber llamado la atención o reñido por algo que hice mal, momento en el cual lo más probable es que haya sentido furia o fastidio contra ella, lo cual conlleva resentimiento y odio escondidos que al paso de los años lo he olvidado, pasándolo por alto, pero ese resentimiento u odio quedó guardado en mi sub-consciente y ahí está hasta hoy.
De manera que acepté e hice la práctica sugerida. Pedí a nuestro Divino Creador me ayude en esta labor y la traje a mi mente y la puse delante mío, la saludé con cariño y le pedí perdón por todo, todo por lo que ella alguna vez se haya sentido ofendida por mi, hasta el día de hoy, y luego continúe diciéndole que la perdono por todo lo que ella me haya podido hacer hasta el día de hoy. Luego visualicé que ella también me perdonaba por todo, después de lo cual nos dimos un abrazo en silencio, pidiendo a Dios que selle este momento, quedando toda ofensa anterior totalmente borrada. Continuamos bendiciéndonos mutuamente.
Después de esta práctica me sentí tan feliz, que hasta hoy sigo haciéndola con distintas personas cada fin de semana y cada vez me siento mucho mejor, más feliz y más libre.
Y, sobre la Venganza, es increíble como Dios se manifiesta y nos ayuda cuando nosotros se lo pedimos y nos dejamos guiar por él.
Pues, hace unos años, en una reunión espiritual, donde se hace labor por nosotros mismos, por la humanidad y el planeta en general, a cada cual nos tocó diferentes temas a trabajar, los cuales sacamos cada uno al azahar. Leo el papel que me tocó y decía : “Deja la Venganza”: Pienso, pero si yo no soy vengativa, nunca se me ha cruzado la idea de vengarme de alguien. Pero, sigo analizando y encuentro que tienen razón, efectivamente, prácticamente sin darme cuenta conscientemente, me estaba vengando de personas que tal vez no tenían la culpa de lo que me ocurría en ese instante. De manera que, apenas me di cuenta de ello, decidí cambiar y obedecer a nuestro creador, dejando la venganza como me lo había pedido y perdonando a quienes me habían herido, cuyo resultado fue maravilloso, ya que no se imaginan como también estas personas fueron cambiando conmigo.
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