En el Génesis se dice: “Y el Espíritu de Dios se movía por encima de las aguas”. El Espíritu de Dios es el principio masculino que fecunda la materia, “el agua”, para vivificarla y darle una forma. El agua es el cero, el círculo, y el Espíritu de Dios es el uno, el centro. Sin el espíritu que la anima, la materia permanece informe y vacía. Y cuando el agua es penetrada y animada por el Espíritu, todas las posibilidades que contiene comienzan a manifestarse y llega a ser un mundo organizado. El Universo es pues el 0, el círculo que ha sido ya trabajado, animado y organizado por el Espíritu, el 1. Pero el 0 sin el 1, permanece ahí inerte, estancado.

Lo peor que le puede suceder al ser humano es separarse del 1, del Espíritu, para no ser más que un 0. En ese momento se convierte en un desierto, una tierra árida, como una mujer que no es fertilizada. Para llegar a ser fértiles debéis uniros siempre al 1. Evidentemente somos siempre 0, y el Espíritu, el 1, no cesa de animar.

El centro se limita siempre a un punto, mientras que el círculo puede tener una circunferencia infinita, porque la materia absorbe, engulle las cosas para transformarlas, moldearlas. Y lo mismo hace la mujer, acumula, reúne ciertos materiales y da a luz a un niño; reúne otros materiales y elabora un plato….. . La materia atrae y engulle todo. Para no sufrir esta suerte, hay que permanecer unido al Espíritu.

Mientras que el Espíritu, lo que hace es irradiar y proyectar. En lugar de atesorar y de guardar, da. Es otra razón por la que se representa mediante un punto, y el circulo es grande porque toma lo que el punto da. La materia es rica porque toma las riquezas del Espíritu. Todo lo que el Espíritu posee pasa por la materia, la cual es transformada, espiritualizada. El Espíritu vive en la materia que ha recibido su riqueza. Esta ley es la misma para todos los seres que saben verdaderamente dar. El que da es quien saca provecho, pues vive en los sucesivo en todos aquellos que se han beneficiado de sus dones. Su Espíritu está en ellos.

El punto irradia, su movimiento es rectilíneo, y es el movimiento de la electricidad, del principio masculino (el intelecto, el espíritu). Por el contrario, el movimiento del magnetismo del principio femenino (el corazón, el alma), es circular. Los radios rechazan y dan, el circulo atrae y toma.
(continuará)

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