Jesús, levantando los ojos al cielo dijo: “Padre, ha llegado la hora, glorifica a Tu Hijo, para que Tu Hijo te glorifique y que el poder que Tú le has dado sobre toda carne dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la Vida eterna: Que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a Tu enviado Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la Tierra, he coronado la obra que me encomendaste, y ahora Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que Yo tenía antes de que el mundo existiese. He manifestado Tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran y Tú me los distes y ellos han guardado Tu Palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque Yo les he comunicado las palabras que Tú me diste y ellos las han recibido y han conocido verdaderamente que Yo salí de ti y han creído que Tú me has enviado. Te ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por éstos que Tú me diste y son tuyos. Si todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo mientras Yo voy a ti”.
(Juan 17, 1-11)

Meditación

Señor, por lo que me dices en el día de hoy, valoro el regalo diario de Tu Palabra que me ayuda a recibir la Vida eterna que es conocer al Padre, único Dios verdadero y a ti Su enviado. Con todo esto ¿a quien voy a temer?.


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