El Gran Poder de Dios
Jesús, camino del Calvario, llevando sobre sus hombros el madero en el que habría de morir, se convierte en víctima por la Redención del mundo. Al Todopoderoso, no le bastaba haberse hecho hombre para rescatar al género humano; no le satisfacía padecer y morir, sino que anhelaba entregar al hombre aquella carne que tomó para redimirle. El “Señor de Sevilla”, representa el Gran Poder de Dios, hecho carne en la figura de Su Divino Hijo Jesucristo. La mansedumbre de Su abatido rostro, Su noble cabeza, sos ojos extremadamente cansados y dolientes, el patetismo y la fuerza desgarradora de Su poderosa zancada, nos ayudan a creer en el Amor que Dios nos ha tenido.
El Viernes Santo, hombres y mujeres de toda condición, muchachos y muchachas , llevan sus ofrendas, sus oraciones, flores y limosnas, con el deseo de besar sus Divinas plantas y acariciar Su pesada cruz. Y Él, que tiene en sus manos la potestad y el imperio, bajará de Su altar, ofreciendo sus Divinas Manos a los labios devotos y amorosos de Sevilla, que con una voz y un solo corazón, se rinde enamorada ante Su majestuosa presencia y le llama: “Carne de mi carne y sangre de mi sangre”.
Como peregrinos ante un mundo flagelado por los horrores de la guerra y conscientes de las necesidades y sufrimientos de nuestros hermanos, los Pobres Soldados del Cristo, invocamos su auxilio, para que ningún niño quede sin sonrisa, el enfermo aislado, la luz en tinieblas, la libertad cautiva, el hambriento sin pan, el desesperado sin esperanza…. Por todos ellos:
Con el rostro dolorido
y coronado de espinas,
camina hacia  la muerte
con paso firme y decidido
Jesús del Gran Poder,
¡Dios y Hombre Salvador!.
A todos va perdonando
cargado con el madero,
en silencio suplicando
la paz y amor verdaderos.
¡Toma tu cruz, peregrino!,
nace por Dios a la Vida,
que sus manos milagrosas
te enseñarán el camino
a Su Madre, traspasada y dolorosa”.
Tú, agotado de tormento
teniendo el mundo en Tu mano,
y siendo Dios Soberano,
Rey de Tierra y firmamento.
Tú que detienes el viento
y haces inútil la orilla,
Tú, lucero que más brilla
y el bendito Gran Poder,
que haces de hinojos caer,
todo el amor de Sevilla”.
(continuará)

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