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La Vida Fraterna En La Orden Del Temple
Publicaciones Orden del Temple - Temas sobre el Temple y el Medioevo
Escrito por María de Aquitania   
Viernes, 09 de Septiembre de 2011 00:00

Autor: M. C.R.L.

El Temple, es una escuela de vida. Un cambio activo de evolución y de preparación para ser utilizados por el Maestro. De hecho, el Temple mismo es una prueba en la que tenemos que “templar” nuestros vehículos. Es la entrada al Discípulo en probación. El Maestro está mirando de cerca de todo aquél que entra en el Temple. Su Milicia Crística, es la última fase del Sendero de Probación y la primera de colaboración en el Plan Evolutivo de la Jerarquía Celeste, lo cual implica ser un modelo en el que puedan mirarse todos los aspirantes a la evolución.

Nuestros Grandes Maestres, son la primera imagen del Temple encarnado que recibimos y dentro del Karma y el Dharma de cada uno, el primer ejemplo práctico de lo que se debe hacer. En este sentido, podemos ver la actitud de servicio de nuestro Gran Maestre que es eminentemente práctica:

Ø En primer lugar VER. La vigilancia, es una actitud activa de observación de lo que nos rodea. Una actitud de consciencia y de alerta en el momento presente, que ensambla directamente con la tarea de protección y custodia, que el Temple medieval asumía en su momento histórico: La protección de los peregrinos y las reliquias sagradas.

Protección y cuidado son, pues, las primeras actitudes que el que vigila asume en su tarea. Proteger y cuidar a los hermanos, a los más débiles, de la misma manera que el depredador observa atentamente el territorio y los hábitos de las potenciales víctimas. Así el Templario, igualmente vigila con el objetivo inverso de custodiar y proteger.

La tarea de consciencia y vigilancia despierta del medio, es pues una tarea Iniciática directamente relacionada con la posibilidad de servir. Y esa actitud vigilante, “al acecho del servicio” de a quien servir, de a quien proteger, es inversamente proporcional a la tarea de cuidar de nosotros mismos, de estar pendientes de quien nos insulta, de quien nos menosprecia o de quien comete fallos. De hecho, podemos  ver  como  nuestros  Maestres  nos  protegen y se preocupan de nosotros, sin ver respuesta proporcional alguna por parte nuestra.

Eso implica, estar atentos a quien sufre más en nuestro trabajo, en quien necesita el asiento en el transporte público, en cumplir la Regla que nos obliga a trabajar al menos una hora al día para la Orden, en definitiva, a mantener una actitud de acecho hacia el bien, como diría Arundale: “Nuestro deber es ayudar a los demás y rara vez a juzgar sus actos”. En este sentido, cuando el servicio se objetiva en un Plan, nos consagramos como servidores organizados y en este sentidos, nos convertimos entonces en Caballeros de la Orden del Temple.

Si nos preguntamos cómo empezar, es decir, cómo dar el primer paso hacia la Caballería Templaria, la respuesta es tan sencilla y tan difícil como cumplir la Regla y las obligaciones del Grado No podemos aspirar a ganar Cruzadas si somos Sirvientes y todavía no nos hemos dado de alta en el Blog de la Orden, ni a pensar en ascender rápidamente de Grado, si ni siquiera leemos el Evangelio diario y las oraciones. En la medida en que hacemos lo que se nos dice y no lo que nuestra cómoda voluntad nos pide, empezamos a entender lo que significa servir.

(Continuará)

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