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Peregrinaciones. El camino iniciático de Santiago (XII)
Publicaciones Orden del Temple - Peregrinaciones. El Camino de Santiago
Escrito por María de Aquitania   
Viernes, 11 de Marzo de 2011 00:00

El Símbolo

El símbolo, es una característica del arte medieval, especialmente el románico, que no es solo una forma, sino algo con mucha significación y donde la estética es secundaria. Para ello es imprescindible, intentar comprender las técnicas y fines del símbolo y para ello, tenemos que cambiar de mentalidad reeducando nuestro pensamiento y que se oriente a dar un lugar preponderante a la intuición.

Nuestra forma de pensar es muy lógica, y se basa en relacionar conceptos abstractos y de ello deducir nuevas ideas. Sin embargo, la razón, dentro de su rigor, atraviesa una crisis de exceso de independencia y vamos sintiendo la necesidad, aún débil todavía, de reanudar la colaboración de otras facultades latentes en nosotros. El símbolo es por tanto, una modo extrarracional de trasmitir una visión intuitiva, como es el Conocimiento.

En realidad, es casi imposible dar una definición del símbolo y como la figura simbólica es prácticamente inagotable, resulta inútil explicar el intento  de explicar íntegramente lo que es el símbolo.

Sin embargo, debemos intentar intuir , porque es el único signo que da acceso a cierto Conocimiento y única expresión posible de ciertas realidades espirituales. Es el recuerdo de una vida superior que hace volver a nuestra vida actual la necesidad de iniciar una aventura del espíritu.

Los viajes auténticos son los espirituales. Ese caminar espiritual, casi siempre más doloroso que el humano, pero mucho más esencial, ha sido jalonado de símbolos que nos orientan. Para San Bernardo, sobraban muchas figuras esculpidas y el Cister fue muy parco en representaciones, debido al peligro de distracción que implica cierta estética, que no brote e la perfecta conjunción de la forma y su significado. Por tanto, el símbolo no es un artificio estilístico sino un llamamiento a la evocación de innumerables estados anímicos, cualidades a adquirir y defectos a combatir.

La Edad Media, en lugar de conceptos, utilizó símbolos como medio de pasar de un plano a otro, de materia a espíritu, con sustancia más real y completa, indispensable para la vida espiritual, y esta transición era más fácil de lo que parece, porque los medievales sabían muy bien que la materia reside en el espíritu y éste en la materia. Las ecuaciones de Einstein, la teoría de los quanta y la mecánica ondulatoria, parecen describir por fin, que la materia está sostenida por una fuerza psíquica y ello era perfectamente intuido desde hace siglos.

Por ello debemos acercarnos con respeto  y humildad a estas piedras significantes, practicando cada uno su acercamiento a la revelación espiritual  y aunque descubramos aspectos no imaginados por sus creadores, no los traicionaremos ni caeremos en la fantasía, sino que prolongaremos su pensamiento y enriquecemos la Tradición con nuestra experiencia espiritual propia. Para ello, hace falta cierta sensibilidad espiritual y un deseo de lo sagrado y de extraer de cada fenómeno lo que conduce a la conquista de la plenitud espiritual, lo que ensancha la inteligencia intuitiva, la capacidad de Dios.

(continuará)

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