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Concilios y Sínodos de la Iglesia Romana (VI)
Publicaciones Orden del Temple - Concilios y Sínodos de la Iglesia Romana
Escrito por Yo Soy   
Martes, 21 de Septiembre de 2010 00:00

Ya en el siglo II, la Iglesia conoció una estructura de vida eclesial personalizada en el obispo respectivo de las iglesias locales, y ello manifestaba una Iglesia única, con un punto de referencia en Roma, aunque con no pocas contradicciones y resistencias de los poderes episcopales locales. En Oriente, se impuso un derecho imperial con vocación ecuménica, que competía con el ejercido por el obispo de Roma. Más no cabe duda, que los Concilios fueron el medio encontrado para conseguir la unanimidad de las iglesias a través de los obispos.

En esa Iglesia formada por las iglesias diocesanas y sus obispos, el de Roma llegó a ser significativo, ya que fue conformándose como el guardián de la unidad y poco a poco, los cristianos fueron concienciándose de que Roma tenía una misión particular en cuanto a la fe y la vida cristiana de todos y que esta carga suponía el deber y la capacidad de intervenir en situaciones especiales, pero esto no suponía la autoridad de regir, ni siquiera en un nivel más elevado, la vida interna de las demás iglesias que estaba reglamentada por la autoridad local.

Obispos en Concilio. Miniatura del Menologio de Basilio. Biblioteca Apostólica Vaticana. Roma. Obispos en Concilio. Miniatura del Menologio de Basilio. Biblioteca Apostólica Vaticana. Roma.

 

I. Concilios particulares, plenarios, provinciales y regionales.


Desde mediados del siglo II, cuando el canon de las Escrituras y la Regla de la Fe habían sido fijados, nos encontramos con las primeras asambleas episcopales, para tratar el asunto de la vida diaria de los cristianos o como plantear y solventar problemas más complicados.


Los obispos fueron tomando conciencia de cómo debe ser una comunidad de carácter apostólico, que se prolongaba a lo largo del tiempo, por medio de las sucesivas personas que ostentaban el episcopado. San Ireneo explicaba en sus escritos, cómo el obispo era el testigo de la tradición apostólica en cada comunidad. Los primeros escritores eclesiásticos, proclamaron con determinación su convencimiento, de que los obispos eran responsables del rebaño de fieles que le habían sido confiados por el Señor.


Los Sínodos locales y regionales son la consecuencia más llamativa de la anterior reflexión. La celebración de los Concilios, tiene mucho que ver con los problemas planteados en el seno de la Iglesia a lo largo de su historia. Algunos problemas podían resolverse a nivel local, pero lo complejo de otras cuestiones, exigían la reunión de los obispos de una misma región. Los primeros temas que fueron motivo de preocupación para la Iglesia, provenían del exterior y fueron el Marcialismo y los diversos gnosticismos, que llegaban a falsificar de manera notable el Evangelio. El obispo de cada iglesia, se reunía con los presbíteros, diáconos y laicos de su comunidad, y todos juntos estudiaban el problema y lo refutaban, pues resultaba evidente que se oponía y contradecía a la Regla de la Fe, que era el resumen de las verdades fundamentales de la Revelación aceptada por todas las Iglesias.


(continuará)

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