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Lugares de Poder (IV)
Publicaciones Orden del Temple - Lugares de Poder
Escrito por Yo Soy   
Jueves, 22 de Abril de 2010 00:00

 

En el periodo clásico, la transición entre griegos y romanos, está protagonizada por un pueblo enigmático, cuya escritura no ha podido descifrarse aún: Los etruscos que reciben su nombre de Etruria, la región en que se desarrolló su civilización entre los siglos VIII y VI a.C. Después se integraron en la civilización romana. Sus templos eran de madera y barro, y posteriormente de piedra, según un eje norte-sur, al contrario de los griegos orientales que era de este-oeste. Situados sobre un podio, se entraba por un patio que tenía un pórtico de cuatro columnas tras el que se accedía a tres puertas que conducían a sendas habitaciones, donde se rendía culto a tres deidades: Tinia, Rayos y tempestades; Uni, la Juno romana, protectora de los matrimonios y la condición femenina y Menerva (Minerva) diosa de la sabiduría y las artes. Este tipo de templos, es el que luego siguieron los romanos. Los etruscos, eran un pueblo de orfebres sagrados siendo muy conocido el sarcófago de los esposos yacentes del siglo IV a.C.

La etapa clásica termina con los romanos, un pueblo poco creativo en lo religioso y lo mágico, pues toda su cultura era una adaptación de los griegos, etruscos y cartagineses. Zeus pasó a ser Júpiter, Isis a Ceres o Cibeles, etc. El lugar sagrado en el mundo romano, es un recinto de adoración y reconocimiento de los dioses, pero también incorporan una función simbólica conectada directamente con lo político o lo civil. Algunos emperadores, son convertidos a su muerte en dioses, lo que pervierte así el origen mítico. Al ciudadano le interesan más los dioses protectores de sus bienes, que los grandes dioses que relegan solo a temas de la vida y la muerte, construyéndose en las casas un pequeño altar para Apolo, Júpiter y Hécate, como protectores del bienestar diario.

A partir de la conversión de Constantino en el 313, tiene como resultado que muchos de los santuarios sean reutilizados y se pasa de un mundo politeísta a otro monoteísta, y los dioses, son reconvertidos en “santos”, protagonistas del recinto sagrado en el mundo medieval.

En China en el 500 a.C., aparece el Tao Te Ching, atribuido a Lao Tzu, de donde se deriva el Taoismo, que es una filosofía-religión, sin un Dios semejante al hombre, sino que éste es una energía creadora que lo ocupa todo y es el Principio Creador. Lo sagrado se percibe como un complemento del contrario Yin-Yang.

El Budismo, conserva estas ideas, pero las desarrollan de otro modo y crea el jardín interior. Su doctrina es la liberación del sufrimiento mediante la supresión de las pasiones. Su fundador, el príncipe Gautama (624 a.C.). El Buda recibe la Iniciación bajo una higuera mágica hace 2.500 años y eso le conduce a conocer las Cuatro Nobles Verdades. Casi al principio, surgió el primer cisma y se dividió en dos escuelas: Hinayana y Mahayana. La primera sigue las Escrituras y las interpreta racionalmente, llevando una vida puritana y monacal. La segunda convierte al Budismo en religión y su santuario es el lugar de culto a Buda como nuevo Dios.

El hinduismo, es una mezcla de creencias y en esencia, creen que todo es una emanación de un impersonal Brahm, de quien desciende la Trinidad: Brahma (dios supremo de cuatro cabezas), Visnhu (el conservador) y Shiva (generador y destructor rector del Universo. El primero, es el creador del primer hombre, Manu, hermafrodita de quien descienden todos y del resto de los dioses. Su doctrina está en los cuatro Libros Sagrados hindúes: Los Vedas y las doctrinas en estos libros, se desarrolló en los Upanishads. Su recinto sagrado es el templo, donde se potencia la energía mediante el rezo de Mantras que son sílabas y palabras sagradas, que permiten alcanzar la perfección. El más famoso, es el que representa la vibración creadora: OM.

 

(continuará)

  

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