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El Reino de David (V)
Publicaciones Orden del Temple - Historias Bíblicas

 

Las lecciones más importantes de la historia de David, vienen precisamente de sus fracasos. David, no es un santo ni un hombre perfecto, sigo alguien gobernado por sus pasiones y muy ambicioso, sobre todo por su pasión por las mujeres, así que además de mostrar su lucha por el poder, conocemos detalles íntimos de su vida privada y sus aventuras con varias mujeres, la más famosa fue la que tuvo con Betsabé. Un día, cuando estaba en la terraza de su palacio, David vio a una mujer bañándose en una terraza cercana. Él hizo averiguaciones y supo que se llamaba Betsabé; le envió mensajes a buscarla y ella vino, yaciendo David con ella. Cuando Betsabé le dijo que estaba embarazada, él hizo que mataran a su marido en una batalla. Ahí ya se metió en un lío, no solo por el sexo, sino por sus torpes intentos en el adulterio y cuando no lo consigue, se libra del marido asesinándolo, con eso, toda su vida se desmorona.


Cundo David se casó con Betsabé, Dios mandó a un Profeta para que se enfrentara a él y David confesó su pecado. En el mundo antiguo, el rey es la Ley, y el momento clave de David y Betsabé es cuando éste se levanta y dice: “Si, he pecado y debo ser castigado”. Entonces nos damos cuenta de que la Ley de Israel ha ganado porque David reconoce que Dios está por encima de él. Como castigo por su pecado, Dios maldijo a David y a sus descendientes, por ese motivo, su casa no se verá nunca libre de la espada. “Tú has actuado en secreto, Yo actuaré a la vista de todo Israel”.


En sus últimos años, David fue traicionado por su hijo favorito y se convirtió en un anciano débil y solitario. Para los escritores de la Biblia, la violación de los Mandamientos por parte de David y la maldición de Dios sobre su casa, ayudaban a entender los desastres sufridos por Israel en los años posteriores a David. La Biblia dice, y los registros arqueológicos lo afirman, que en el año 720 a.C., los asirios conquistaron las diez Tribus del norte de Israel y las deportaron a las regiones más lejanas de su Imperio. Al poco tiempo se disolvieron entre los nuevos vecinos y la mayor parte de los israelitas desaparecieron para siempre de las páginas de la historia.


Poco después, los asirios empezaron a amenazar a la última Tribu que quedaba, la de Judá. La narración de lo ocurrido, es la más importante de la Biblia porque esconde la sorprendente historia de cómo el monoteísmo se extendió por toda la Tribu de Judá. En el año 640 a.C., la tierra de Judea era ganada por el rey Josué, que tenía un miedo atroz a que su pueblo no estuviera preparado para enfrentarse a la amenaza, no sólo de Asiria sino también de Egipto y Babilonia. La mayor parte del pueblo de Judea, era gente rural, a quienes importaba poco Jerusalén y su rey; tampoco sabían gran cosa del contrato de Israel con Dios único. En realidad, parece ser que la mayoría del pueblo de Judea adoraba a una diosa llamada Asherah, que creían era la esposa del Dios de Israel.


Una lectura superficial de la Biblia hebrea, hace suponer que todos los primeros israelitas eran monoteístas, pero hoy en día, muchos estudiosos y arqueólogos de la Biblia saben que el monoteísmo fue una evolución mucho más tardía y tal vez, no llegó a imponerse hasta la caída de Jerusalén a principios del siglo VI a.C.; así que al principio eran casi todos politeístas, tal vez adoraban al nuevo Dios, Yahvé, pero junto a Él, también a El, la antigua deidad masculina del panteón cananeo, pero sobre todo adoraban a Asherah, Diosa Madre, aunque a muchos les parezca difícil aceptar que Dios tenía una compañera. Pero Josué y sus aliados en el Templo de Jerusalén, decidieron unir a la nación en la creencia de u solo Dios Todopoderoso, y así en el 622 a.C. dijeron que habían encontrado en el Templo un libro desconocido hasta entonces, escrito por Moisés llamado el Deuteronomio, y por el lenguaje que se cita en éste libro, se sabe que se trata de ese libro.


Los estudiosos contemporáneos, ven que éste libro se escribió más o menos por esa época y lo dejaron en el Templo para que se descubriera y así se originaría la reforma. El libro del Deuteronomio, prohibió el culto a Asherah y a otros dioses paganos y algo mucho más importante; decía que Yahvé sólo podía ser adorado en el Templo de Jerusalén, y así, según la Biblia, Josué envió a sus tropas a las cimas de las montañas, donde los israelitas llevaban siglos haciendo sacrificios, destruyendo todos los templos de las montañas que los reyes de Israel habían construido para provocar la ira de Yahvé. A todos los sacerdotes de las cimas, que estaban en sus templos, los descuartizó sobre los altares y en esos mismos quemó los restos humanos.


Fue una de las grandes revoluciones religiosas de la antigua Israel. Ahora no podías ir a cualquier sitio cuando querías sacrificar un animal, solo podías hacerlo en un lugar y eso fue el principio del monoteísmo de Israel. Los restos arqueológicos y los propios registros de la Biblia, atestiguan que el monoteísmo no se impuso de la noche a la mañana, porque la gente pensó: “Vaya,, ahora tenemos un solo Dios, ¿voy a tirar todas las estatuas que pertenecen a mi familia y dejaré de adorar a los dioses que siempre he venerado?”. Porque ésta, era una idea nueva para la gente; el Deuteronomio fue un logro increíble, dio vida al monoteísmo en Judea, volviendo a narrar la historia de cómo debían tratarse los hombres entre si. El primer inspirado por los grandes libros, fue el Profeta Jeremías, que contó al pueblo de Judá las promesas que Dios les hizo en el Deuteronomio: Si os tratáis los unos a otros con justicia, no robáis a forasteros, viudas y huérfanos; si no derramáis sangre inocente y no seguís a otros dioses, os dejaré permanecer en este lugar, en este país, que entregué siempre a vuestros ancestros.


La Biblia exige que nos cuidemos unos a otros, nos amemos, y sus Profetas nos dicen que haciéndolo encontraremos a Dios, y los Profetas sociales insisten muchísimo, en que si tienes riquezas debes de compartirlas. Como dice Amós, no puedes tumbarte en sofás de marfil y beber en copas de oro; si no das a los pobres, le fallas a Dios y no cuenta para nada, si vas a la iglesia o a la sinagoga. Con la nación gobernada por las leyes del Deuteronomio, el rey Josué creyó que tendría a Dios de su parte en la batalla para salvar a Judea y decidió lanzar un ataque sorpresa, contra la alianza egipcia y asíria, que creía era el mayor peligro para su pueblo. En el año 609 a.C., Josué y sus hombres pusieron una trampa al ejército egipcio, y en la batalla que siguió, los judíos quedaron rodeados y Josué resultó muerto.


Los reyes que le sucedieron, restablecieron el culto a Asherah y los demás dioses y en respuesta a su abandono del monoteísmo, Jeremías dijo al pueblo de Judea que había recibido un mensaje de Dios. La palabra de Yahvé llegó a mi: “Ve a casa del alfarero”; fui y lo encontré trabajando en el torno, pero la vasija que hacía le estaba saliendo mal, como ocurre a veces con las vasijas de barro, así que volvió a empezar. Volví a oír la voz de Yahvé que decía: “Casa de Israel, ¿no puedo hacer Yo lo mismo que el alfarero?. Oid, os estoy preparando un desastre”. Según Jeremías, Dios estaba tan irritado, que volvió a mandar a los judíos al exilio y vuelta a empezar.


Nabucodonosor, rey de Babilonia, avanzó sobre Jerusalén y robó todos los tesoros del Templo de Yahvé y del palacio. Luego envió a toda la gente de Jerusalén al exilio. Con la conquista de Judea por los babilonios, los escribas llegaron al final de la historia de cómo el pueblo elegido fue enviado al exilio, pero incluso con esta nueva Biblia en su poder, los judíos parecían destinados a desaparecer, como todas las naciones arrancadas de su patria, porque en un mundi donde los Imperios arrasaban cuanto encontraban a su paso ¿cómo podía un libro de historias salvar a un pueblo de la extinción?.

Pero en Babilonia ocurrió algo muy notable, cuando los exilados hebreos leyeron y estudiaron la Biblia, su visión sobre si mismos se transformó y se veían unas historias muy interesantes, aunque fueran del pasado, pero para el pueblo de Israel, esas historias eran su historia. Cuando aprendían la historias de los israelitas que lograron la libertad, en Egipto vivieron hechos extraordinarios al salir de allí, no la leían como un bonito cuento para contar a los niños, eran sus propias creencias sobre el poder, la importancia de la liberación, no es historia, no es memoria, forma parte de ti.


Los exilados, podían entender mejor por qué estaban en Babilonia leyendo la Biblia. Ésta contiene un registro del contrato entre el pueblo de Israel y su Dios, pero también recoge las penas previstas por la violación del contrato y una de las que están en la lista, es el exilio.


Aquí tenemos un libro histórico que cuenta una historia religiosa, pero esta es que Dios es justo y si te castiga, existe un motivo. Las historias también contenían otro mensaje para los que aceptaban su culpa y cambiaban de actitud, había esperanza. “Si regresas a tu Dios y obedeces Su voz con toda tu alma, te hubieran exilado a los límites del firmamento, Dios puede hacerte volver desde allí”. A corto plazo, estaba claro que tenían que prestar atención al contrato para vivir según Él desde el exilio y lo que vemos de éste en babilonia, es una transformación de la religión israelita en algo nuevo, que podríamos llamar la forma más temprana del judaísmo. En Babilonia, los judíos abrazaron la creencia en un Dios Todopoderoso como nunca antes y al poco tiempo, en uno de los giros mas notables de la historia, la promesa de que Dios permitiría a Su pueblo volver a casa, se convertiría en una realidad.

 

 

(continuará)

 

 

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