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La Oración De Jesús En El Huerto De Getsemaní (II) |
Publicaciones Orden del Temple - La Pasión del Señor | |
Escrito por María de Aquitania | |
Martes, 02 de Abril de 2013 00:00 | |
Autor: Hno.A.L.+ La crucifixión era un castigo terrorífico. Los reos iban desnudos, y como la salida de san- gre debido a los clavos, era pequeña, la tortura se podía prolongar mucho tiempo, sobre todo si le colocaran un pequeño apoyo en los pies para que pudiera respirar. Eso hacía que la agonía se prolongara, hasta que, pasado un tiempo, las escasas fuerzas producidas por la necesidad imperiosa de respirar se acabaran, y el reo muriera por asfixia.
Ahora bien, como debido a la Ley judía en la que se decía que en todo tenía que terminarse antes del sábado, los soldados romanos vieron que los dos ladrones estaban vivos, les rompieron las piernas y al no poder respirar, murieron de asfixia.
En cuanto a Jesús, Éste murió antes de que le rom- pieran las piernas, pues según Las Escrituras, no le rompería ningún hueso. Es decir, Jesús no murió por asfixia, sino cuando consideró El Padre Celestial que la misión del Jesús-Hombre había llegado a su fin.
De todo lo dicho anteriormente, saco la siguiente conclusión: Muchas veces le pedimos al Cristo, al Padre Celestial o a la Virgen Madre Universal y Jefa de nuestra Orden, algún favor y no nos lo concede, bien porque no ha llegado nuestra hora o bien va en contra del Camino fijado por El Padre Celestial. En cuanto a los favores que le pedimos, tengo la impresión que los que más se producen, no son los que pedimos para nosotros, sino que lo hacemos para nuestro prójimo.
Así que cuando le pedimos al Padre Celestial algún beneficio honesto para nosotros, digamos al final de nuestra petición, lo que dijo Jesús en Getsemaní: Que mi petición no se cumpla como yo la he pedido, sino que sea como Tu la tengas prevista. N.N.D. Copyright. Orden del Temple, 2.013
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